lunes, 4 de enero de 2010

Una lectura exigente


Apuntes del subsuelo
F.M. Dostoyevski
Alianza Madrid 2002
152 pág.


Éste es el relato de un desconcierto. La impostura aceptada, asumida por el antihéroe en persona. La obra consta de dos partes. En la primera las confesiones del protagonista se dirigen hacia su interior, como si se tratara de un diálogo consigo mismo, sobre su ubicación en ese llamado subsuelo donde la voz cobra una dimensión profética, aunque se trate de un ensayo de conferencia sobre los males del siglo XIX: el dilema entre el romántico y el realista, la arrogancia de la lógica y la superioridad de la conciencia. También la apuesta por la pasividad, como resultado de una observación ácida hacia la actividad vacía de contenido humano.
Es decir, Dostoievski se desmelena, y se despioja la barba. La segunda parte son las circunstancias que sumen a este desconcertado personaje en los subterráneos de su alma y en la soledad. Hay algo del ambiente de San Petersburgo, con su nocturnidad existencialista, hay una descripción del trabajo de oficina y de su miseria, un frustrante retrato de la amistad, de los códigos hipócritas de la sociedad y de la preponderancia del dinero como catalizador de un estatus, una posición que abre puertas y amigos. Por supuesto el spleen también planea: el tedio es un mal del siglo descubierto en el abismo burgués del progreso. Pero todo, contado a través de los ojos de un resentido. Hay mucho resentimiento. Mucho de odiar lo que se codicia, criticar el mundo del que te han expulsado. Por supuesto esto no hace que la crítica sea menos lúcida, por el contrario la hace más humana.
Y eso es lo que nos cautiva de esta extraordinaria joya del pensamiento: su autenticidad corrosiva. Con esta obra Dostoievski emprende sus grandes peripecias filosóficas (Los hermanos Karamazov, Crimen y castigo, El idiota, Los demonios) ha sufrido el destierro siberiano, y su rebeldía o crítica social se vuelve más moral, más concreta, más meditada. El individuo ante la sociedad representa la revisión de valores, la crisis de un proyecto ético, sus asideros metafísicos, políticos y religiosos. Estos apuntes parecen, por tanto, constituirse como la antesala lúcida, un conocimiento imposible de descifrar por completo. Una lectura exigente.

Óscar Herrnández

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