viernes, 6 de noviembre de 2009

La paradoja de lo humano



Alain Finkielkraut
La humanidad perdida
Anagrama. Barcelona.1998
166 pág.


En su Minima Moralia Adorno se plantea si es posible la poesía después de los campos de concentración nazis. Finkielkraut afirma no sólo que es posible sino necesaria para las posibles víctimas: la poesía del horror y del testimonio (Primo Levi por ejemplo, y su trilogía de la experiencia de la deshumanización técnica, de la irracionalidad lógica, o simplemente de la descripción de los verdugos y sus víctimas y de la incomunicación entre ambas partes). Finkielkraut nos va ofreciendo una galería del horror característico de un siglo desmesurado y quizás inútil. Explicando las diversas manifestaciones de la violencia metódica, veáse totalitarismo hitleriano y stalinista, desguaza al humanismo. Lo descompone en piezas y lo examina para hilar un discurso donde se valora el concepto de humanidad y su propio sentido social y filosófico en el siglo pasado. De hecho se acerca más a lo estipulado por Hobbes. Habla de Sartre (y lo compara con lo que ya dijo de forma más optimista Pico de la Mirándola varios siglos antes) y en cómo trata la esencia y la existencia: el hombre se aleja de un cortaplumas en que éste ya está definido, la esencia preexiste a la existencia. El hombre ha de definir su esencia en su propio existir. Está condenado a hacerlo o a no hacerlo, está condenado a ser libre para decidir. El humanismo de la existencia justifica el horror, pero es un humanismo que pierde a la humanidad. En cualquier caso este ensayo profundiza en las razones y en lo que autoras de la talla de Hannah Arendt expusieron para analizar lo irracional y sus secuelas metódicas. El siglo XX se caracteriza por varias guerras y por una humanidad perdida en ellas, aunque naciones se hayan levantado sobre relatos míticos y extrahumanos. Y la fábula está en la creación de los desmanes más atroces. Una fábula construida como la de Bush (más bien por su aparato ideológico) en pro de una humanidad mejor. Hitler convenció de una grandeza que redimiría a la raza aria y a la nación alemana de la humillación de la gran guerra. En defensa de la humanidad la razón ultima todas las expectativas y se sumerge en el puro irracionalismo con un fin claro: la salvación del bien. El judío encarnaba el mal y la causa de todos los males, hasta el punto de ya no ser el enemigo, sino el problema. En ese nivel abstracto ha llegado la razón. Deshumanizar lo humano, cosificarlo y humanizar el horror, darle un sentido práctico y factible, recomendable, necesario, no como un mal menor, sino como la mejor de las soluciones. El judío es un ejemplo. Pero el modelo se ha repetido y se sigue repitiendo. Y los que fueron víctimas han terminado convirtiéndose en verdugos.

Puede que el ensayo trate de las máscaras de la humanidad: el humanitarismo y el humanismo son las dos principales.
Óscar H.

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