lunes, 2 de noviembre de 2009

LA DIALÉCTICA NECESARIA


H.MARCUSE
El hombre unidimensional
Planeta de Agostini Madrid 1954
¿De qué nos habla Marcuse?: De los intrumentos de represión que el estado general de las cosas ha ido legándonos como si de una necesidad inherente al ser humano se tratase. ¿Cuál es la característica principal de esa instrumentalización?: ¿Podríamos decir que el vacío ideológico, o su conversión en souvenir nostálgico?; ¿En qué convierte eso a nuestra sociedad?: ¿Quizás en una amalgama de esfuerzo contraproducente para mantener el estado general de las cosas, que conduce a la garantía de esclavitud moderna?; ¿Cómo nos las hemos ingeniado para acabar así?: ¿Permitiendo que la razón y la ciencia se instrumentalicen a favor del capitalismo?

Estas respuestas y sus causas tratan de ser resueltas en esta obra imprescindible y de triste actualidad. A pesar de no estar viviendo una guerra fría, es decir entre dos bloques que anulan con herramientas distintas la sublevación o el simple pensamiento crítico, el contenido de la obra, su mensaje quirúrjico podemos extrapolarlo a hoy en día, donde el ciudadano carece de emancipación real para poder plegarse y protestar. La dialéctica no es posible aunque sea necesaria. Marcuse establece así un diagnóstico grave para el desarrollo cívico. En una combinación freudiano-marxista (tal y como hacía en Eros y civilización) Marcuse denuncia la problemática cultural con su lenguaje orwelliano de inversión de la realidad. Perteneciente a la Escuela de Frankfurt (foco de resistencia ante la alemania nazi, formado entre otros por Adorno, Horkheimer y más adelante Habermas) el propósito de esta obra es generar el comienzo de una dialéctica necesaria: localizando y describiendo una estructura unidimensional, crea un discurso que intenta alejarse, en un giro lingüístico no tan radical como el del primer Wittgenstein, de la táctica oficial y cotidiana.
Por eso Marcuse insinúa la necesidad de una protesta consciente y consecuente. Sin embargo cabe preguntarse, a efectos de hoy, por las consecuencias de la protesta. En el mejor de los casos la queja no cesa. En el peor se transforma o es tranformada para convertirse en un anuncio de acuarius: una respuesta por parte del sistema de asimilar, vaciándola de contenido subversivo, e introduciéndola en los cauces comerciales (veáse la moda neohippie por ejemplo). ¿Contra quién se enfrenta la protesta? Contra el hombre unidimensional. Como diría García Calvo y también Alain Finkielkraut, el concepto de hombre encubre su propia miseria.


Óscar H.

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