martes, 17 de noviembre de 2009

Aventuras, trama y amor

El dinamitero
R.L.Stevenson
Traducción de Luis Loayza
Alianza Madrid 2008
266 pág.


Por un momento Spielberg, Brian De Palma, Hitchkock o Jean Renoir, incluso James Bond o Sherlock Holmes o Dupin (y claro Conan Doyle, Poe y Henry James y Cervantes, Borges, Bioy...). La lectura de Stevenson y su propuesta de aventuras inverosímiles como excusa para crear una trama rocambolesca y divertida, cautiva y entretiene y hace que mi imaginación convoque a todos estos referentes del pasado, presente y futuro del propio Stevenson y de mi propio pasado. El dinamitero comienza con la historia de tres personajes que se vuelven a encontrar después de largo tiempo. Tienen unos veintiseis años más o menos y ya están arruinados. Los tres comienzan desde cero, y uno de ellos, Somerset, propone lanzarse cual quijote a la aventura del detective privado. En el ínterin hasta que vuelven a encontrarse en aquella tabaquería regentada por el señor Godall, los tres jóvenes vivirán, sin ellos proponérselo, episodios de pura novela de aventuras, pasados por el tamiz de lo cómico. Una comicidad alimentada de ironía. Esa ironía tan sana que desmonta los sentimentalismos y la hipocresía de la sociedad decimonónica (que puede extrapolarse a la de nuestros días).
La novela es el resultado de la colaboración entre Stevenson y la que fuera su esposa Fanny Van de Grift ( no sé por qué no aparece como autora). Y parece como si la propia peripecia fuera surgiendo sobre la marcha y con ella tuvieran que ir remendando lo que en un principio se planteaba: es decir, da la impresión de ser el contenido de un puzzle que es lanzado al aire, y son los propios autores los que al ver el caos, se inventan un puzzle paralelo, más increíble aún que el que el lector puede esperar.
Con respecto a los personajes y sus acontecimientos: la aventura va a encontrarse con ellos en los sitios más inesperados. Lo que es difícil de creer es que se conecten de esta forma. Es inverosímil y deja cabos sueltos (por ejemplo: ¿dónde estaba la sirvienta irlandesa cuando estalló la bomba?). Pero convence su alegría de narrar y su peripecia imposible en pro del puro entretenimiento y de cierta autenticidad en los caracteres. Estos tres héroes lidiarán con la decepción y la adreanalina subida que proporciona la vivencia de sentimientos intensos. Descubrirán un mundo subterráneo o paralelo al del supuesto mundo normal, aparentemente firme y cotidiano. De eso también habla la novela: la precariedad del mundo que nos han vendido. El viaje aventurero les llevará a involucrarse con una sociedad terrorista y secreta, a través de sus mienbros. Estos serán a su vez narradores de su propia historia. Con la licencia de tratarse de la historia plural de una misma fábula, todos los relatos y personajes inmiscuidos como si se tratase del Decamerón o de Las mil y una noches poseen una misma motivación, un hilo conductor: el de los valores morales y el de la actuación contra los valores éticos y políticos. Reivindicación, por un lado, de la dignidad humana y por otro del derecho humano a protestar contra el orden establecido de las cosas. La acracia por medio de la dinamita. A través de disitintos atentados, el lector descubre la triste modernidad de la obra. El dinamitero, llamado Cero, es tratado de forma ambigua. A veces como un científico loco y otras como un líder anarquista. Finalmente queda claro que aunque los medios son censurables, el objeto de la protesta se mantiene: nunca me he mentido a mí misma con los cuentos de hadas de la política, dice la señorita Luxmore, el personaje más lúcido, miembro de esta sociedad secreta, que por medio de peripecias casi inevitables terminará renunciando a su actividad criminal por amor.





Óscar H.

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