viernes, 6 de noviembre de 2009

La inercia programada



Vicente Verdú
El capitalismo funeral
Anagrama Barcelona 2009
194 pág.



Nos encontramos ante un ensayo a la manera de Montaigne donde Vicente Verdú realiza, en bosquejos secuenciales, la crónica de esta crisis. Para ello se vale de los saltos históricos y de lo que otros dijeron antes. Para empezar acusa a aquéllos que consideran esta crisis como meramente económica. En su opinión la crisis revela un organismo enfermo que afecta a todos sus órganos. Siguiendo la metáfora biológica ( y de eso se trata: Verdú construye con un exquisito y literario lenguaje metafórico una fábula sobre nuestro tiempo) será el propio veneno el que lo cure: será el virus debilitado el que suponga la vacuna. Seremos nosotros: privilegiados del primer mundo, los que aportemos sin saberlo nuestro grano de arena. La responsabildad será una consecuencia, no una causa. Consecuencia de la aplicación de la tecnología en nuestro ritmo cotidiano (internet y sus redes sociales, sus cambios estructurales, exportados a la gestión de las empresas, a la difusión de la música, al criterio para apreciar la mercancía). Cambio en el consumidor, propio de una época de crisis: el ahorro hace que todo se reestructure, desde el marketing y sus estrategias hasta el propio sentido del precio y del valor de las cosas. En un libro anterior Verdú habla del personismo de los objetos, porque ya estaba clara la cosificación de los sujetos. En este presente de crisis financiera el último de la cadena: el trabajador, es la víctima de una bestia oculta, el de su propia dialéctica entre el personismo y la cosificación. En ese juego nos perdemos todos y sólo logramos ver una crisis mediatizada y politizada. Las redes sociales son un ejemplo de un reemplazo de modelo, donde prepondera la cooperación horizontal y no la jerarquía vertical. Y quizás ahí esté la clave de lo que se nos viene encima. Pero entre tanto, también parece, según Verdú, que está dándose actualmente, una tercera guerra mundial, silenciosa y devastadora (como un virus). Las principales víctimas: los más desprotegidos, los que sufren el hambre y la desigualdad. Nosotros, privilegiados del primer mundo, cooperamos en internet para sobrevivir:¿podrá exportarse ese modelo?;¿cambiará esa especie de presión horizontal efectuada por inercia y de manera inconsciente, este infierno metódico por un mundo mejor para todos? No necesariamente. El individuo no es responsable de sus actos pero incide como masa: otra de las claves que expone Verdú. El capitalismo de la máquina y la velocidad y de la libertad del individuo de principios del siglo XX ya no tiene cabida en este momento.

Vicente Verdú nos relata la diferencia entre las distintas crisis a lo largo de los siglos pero también de los puntos comunes, los efectos de la especulación y el malestar ante la devastación indiscriminada, siempre tras un periodo de euforia sintomática. Convoca a testigos de excepción como Disraeli, Flaubert, Keynes y Zweig y apunta que la miseria ha sido la consecuencia de la macroeconomía inhumana. Así las cosas: el cambio lo protagonizaremos todos sin tener clara una responsabilidad consciente de a lo que nos conduce tanta inercia programada. Verdú cree saberlo, y es la principal hipótesis de su ensayo. La recuperación viene del mismo organismo enfermo (ya lo hemos dicho).

Del ensayo nos quedamos con las numerosas lecturas que va desgranando y con su propio disurso y la forma de plantearlo. Tal vez como nos sucede con Montaigne después de ir a las fuentes queramos volver a la visión genuina del ensayista.
Óscar H.

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