viernes, 6 de noviembre de 2009

crimen, sexo y gran depresión


James M. Cain
El cartero siempre llama dos veces
RBA Barcelona 2009
Traducción de Federico López Cruz
158 pág.


Ocurre con esta novela que sorprende desde la primera página. El buscavidas Frank Chambers con sus reflexiones y su actitud ante lo que le va aconteciendo: vagando por el país y con un origen incierto (sabemos, y no necesitamos más, que llevaba unas semanas en Tijuana) recala en Calfornia, traído por un viento huracanado, en una fonda Los Robles Gemelos, regentado por un inmigrante griego Nick Papadakis, quien en seguida, viendo las condiciones en las que se encuentra, sin un céntimo para poder desayunar, le ofrece trabajo. Casi nada. La historia sucede durante la gran depresión, aunque en ningún momento se explica la situación social o económica del país. Más bien es el efecto en las trayectorias de los personajes la que hace pensar al lector la precariedad de la época. Frank llega como un viento a una cueva, aunque sin voluntad propia: es arrojado de un camión de heno en el que viajaba de forma clandestina. Podría ser un romántico vagabundo, nómada y aventurero que no dura mucho tiempo en ningún sitio. Hasta que se encuentra con Cora, la joven mujer del griego. Y lo que parece ser una simple aventura amorosa se convierte ayudada por las claves de la novela negra, en una trama criminal para sobrevivir, fundando la justificación de un crimen. Los personajes se ven forzados por una situación económica, pero también por propia voluntad. El mal que conduce al crimen vive libremente en una pasión mezcla de amor y de odio que atraviesa toda la novela. Frank le propone a Cora huir sin más. Pero Cora en un intento de fuga se lo piensa dos veces. Muestra una actitud más conservadora y práctica. Opta por la solución más técnica: es preferible eliminar el problema a huir de él. Chambers no quiere convertirse en un propietario, quiere como un bohemio empedernido seguir viajando con Cora. Frank decide marcharse solo, tras un intento fallido de asesinato. Pero el mismo viento lo trae de vuelta. El cartero llama siempre dos veces, porque siempre hay una segunda oportunidad, hay una esperanza aunque sea casi imposible, y la suerte vuelve a llamar. En este caso la suerte viene con visos de tragedia griega y fortuna medieval: dos enamorados autores de un crimen, en este segundo intento no fallan, salvados por un acuerdo entre aseguradoras y de nuevo definitivamente condenados casi por el propio destino. Entre medio el talento de Cain de saber contar sin concesiones una historia negra, dura pero con personajes ricos en matices. Nada es lo que parece en este clásico y todo soprende hasta el final.

Recordamos varias adaptaciones al cine de esta historia: dos que llevan el mismo título de la novela, de 1946 la primera, dirigida Tay Garnett interpretada por Lana Turner y John Garfield; y de 1981, la más popular y que retenemos en la memoria por el famoso episodio de la cocina, interpretada por Jessica Lange y Jack Nicholson y dirigida por Bob Rafelson. Hay una tercera que resulta ser la primera adaptación, de 1943, opera prima de Visconti que lleva por título Obsesión. Sin duda como muchas del mismo género es una novela ideal para ser adaptada. Ágil y con ritmo, es secuencial y con una gran carga de acción. Y con mucho diálogo. Perfecta para el cine. Pero mantiene un valor literario importante, el de la propia narración dramática: dos personajes que aunque condenados a estar juntos y a que nada de lo que les suceda sea normal o aburrido puedan ser testigos de su propio fracaso.
Óscar H.

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